La aceptación de la sexualidad privada del otro, tabúes establecidos
La masturbación parece
un tema relegado al secreto y la adolescencia, pero nada está más lejos de la
realidad, aparece en todas las edades y es natural.
La
sexualidad "per se" es un tema ríspido y difícil de tratar con
cuidado y tacto. Provoca reparos, vergüenzas, curiosidad y fantasías. No es
algo de lo que se hable naturalmente en esta sociedad aparentemente abierta, ni
siquiera dentro de los hogares, o en la misma cama, es algo fácil de compartir.
Tabúes sociales y religiosos durante cientos de años han hecho que el silencio
cubra estos temas.
Más aún
cuando se trata de la masturbación, cuya sola mención enciende mejillas
ruborizadas. Reconocer que es un acto inherente al ser humano, incluso al mundo
animal, que nos acompaña desde la infancia hasta la tumba y que se práctica
constantemente, en todas partes y en cualquier estrato social y cultural,
requiere de una predisposición casi desfachatada.
La infancia
Los niños
exploran su cuerpo desde que tienen la motricidad suficiente para hacerlo. Es
común observar a los bebés tocando sus genitales cuando se les cambia el pañal.
Es natural, necesitan entender su cuerpo, ubicar sus sensibilidades, encontrar
las áreas placenteras, neutras y molestas de su anatomía. No entienden de
tabúes, esta manipulación que puede resultar chocante de ver, es una ausencia
total de prejuicios, la naturalidad campa por sus respetos en la infancia. Más
tarde, alrededor de los 5 años, el niño conoce las estipulaciones sociales y
comenzará a sentir un pudor natural o heredado que lo coloca en el camino
previsible de preservar su intimidad. Es ahí, en ese momento en que se debiera
respetar ya la sexualidad privada del otro. Si el niño se preocupa de cuidar su
espacio íntimo, ha entendido que hay cosas a practicar en privado, y si cuida
su privacidad, hay que respetarla.
La adolescencia
El estallido
hormonal en la adolescencia hace que la sexualidad se anteponga a casi todo
otro interés. El adolescente está inmerso en un mundo de descubrimientos,
sensaciones y emociones. El despertar sexual le provoca placer y curiosidad.
Este período del crecimiento requiere más que otros de un cuidado no intrusivo
en la intimidad. Reconocer y asimilar que el niño se está convirtiendo en
adulto, y como tal, es un ser sexual no es fácil, pero es necesario. La
masturbación en los adolescentes, varones y mujeres, es práctica usual, oculta
y necesaria. Aprenden a producirse placer y con ello, más tarde a dar placer a
su vez. El reconocimiento de su erotismo es una maravilla que no están
dispuestos a abandonar y tienen el derecho a ello.
El adulto
El adulto
sigue practicando la masturbación. No hay que buscar una excusa para esto, no
es necesaria. La masturbación es placentera, es una vía de escape, es un
momento privado, es una práctica sexual compartida o solitaria. La imagen común
de la autosatisfacción es la del varón adulto en solitario, pero esto no está
ajustado a la realidad. Se ha preservado la imagen de la mujer, no se ha
admitido abiertamente que la mujer practica la masturbación con el mismo
empeño, gozo y frecuencia que el varón. La única diferencia es que ellos han
aprendido a contarlo sin problemas, practicarlo en grupo o bromear sin pudores.
Ellas lo guardan bajo las sábanas, tras las puertas y en silencio.
Práctica Sexual Compartida
En el mundo
de la pareja también está presente esta práctica. Si ambos se encuentran
cómodos y abiertos con este tema, es un juego más en la cama. Practicarlo para
que el otro mire es altamente erótico para ambos. Masturbarse mutuamente es
también un intercambio placentero y requiere de la entrega de pensar
absolutamente en la pareja, conocer o adivinar cómo, y qué le gusta. Toda una
gama de sensaciones para explorar juntos. Abrir la intimidad al otro, el
secreto más escondido, requiere de una confianza plena, no es para todos los
paladares. Habrá quien, prefiera de todos modos, no introducir esta práctica en
la sexualidad de la pareja y mantenerla al margen.
Práctica Sexual Aberrada ¿Qué pasa cuando en la pareja, unos
de los dos no acepta la masturbación? Es común también pensar que la
masturbación termina, o debiera terminar con la adolescencia. Se la ve como una
práctica provocada por la ausencia de pareja sexual, inmadura y viciosa. Si uno
de los miembros de la pareja la práctica independientemente de su relación
sexual de a dos, y el otro no lo acepta, el problema está servido. El que no lo
acepta lo toma como una ofensa personal a su desempeño como amante. "No
soy suficiente para el otro, y por eso se masturba". O lo ve como una
práctica viciosa y enferma, innecesaria. La falta de aceptación de la
sexualidad privada del otro es moneda corriente, se pretende tener control y
omnipresencia en la libido del compañero y no poder conseguirlo causa
frustración y enojo. Probablemente esto viene acompañado con una negación
consciente de las fantasías sexuales propias y del otro.
La masturbación patológica. Sí hay casos, empero, en que la
autosatisfacción sexual es señal de alarma. Si esta práctica es la única y
exclusiva manera de llegar al clímax sexual, si es condición para para mantener
una relación sexual, si es un problema a la hora de realizar las actividades
cotidianas porque se interpone en nuestra vida diaria, si es una obsesión y
pensamiento fijo y recurrente. Ahí sí, la consulta a un profesional es
recomendable, ya no se trataría de una práctica natural y sana, sino síntoma de
alguna patología psicológica.
La
masturbación es un tabú. No se habla de ella, no se comenta, no se expone. Se
esconde o se comparte como algo reprobable. Es una de las facetas de la
sexualidad humana. Es natural. Nos acompaña de la cuna a la tumba, está en
nosotros, es inherente a nosotros. Socialmente posicionada entre los comportamientos
a practicar en la intimidad, no debe por ello ser negada. Existe. Es respetable
en el otro, hay que aceptar que acompaña a la pareja propia antes de que
existiera nuestra presencia.
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